Durante la década de los 20’ y hacia los 50’, Universal Pictures sacó una serie de películas de terror inspirados en la literatura gótica y el teatro. Directores como Tod Browning y actores como Lon Chaney, Boris Karloff y Bela Lugosi le dieron nacimiento y forma a esta corriente de cine fantástico que terminaría trayendo criaturas como El hombre lobo, Frankenstein, Dracula, La momia, El fantasma de la ópera, El monstruo del pantano, el hombre invisible, etc.
Creo que lo que cautivó —y lo que continúa cautivando— de estos seres, es su humanidad.
Frankenstein es un sujeto venido a este mundo sin pedirlo ni comprenderlo, y no es comprendido por los que lo rodean, que le temen y lo castigan.
Dracula pierde la mujer que ama, renuncia a su espíritu humano y condena su propia alma por llevarlo al dolor y la debilidad. Se transforma en un misántropo porque odia esa parte de sí mismo.
El hombre lobo es sujeto de una maldición que lo convierte en un animal que lastima todo lo que ama: una circunstancia mayor que él y que lo sobrepasa lo lleva a herir a los que tiene cerca sin querer hacerlo. Una pulsión incontrolable. Muy similar al Doctor Jeckyll y Hyde, que al dejar aflorar sus deseos sin control termina por hacer lo mismo.
Y así todos. El tormento del Fantasma de la Opera en su búsqueda por la perfección inalcanzable. La momia y su incapacidad de estar en paz gracias a las cosas terribles que hizo en el pasado. Todas son alegorías y metáforas muy humanas.
Lo digo porque al ser éstas fechas que se regodean en la figura de la muerte y lo acabado, siempre terminan por hacernos pensar más en la vida. Nos invitan a reflexionar y abrazar esas partes de nosotros que no están resueltas. Hacer las paces con lo que a veces nos lastima. A ser más solidarios con el dolor ajeno y reconocer la mochila que los demás cargan con un poco más de empatía.
Todo lo contrario a lo que hace la navidad, que a punta de querer secuestrarnos con una felicidad impostada y falsa nos hace sentir miserables y nostálgicos. Cosa curiosa, porque este ciclo entra en decadencia con una comedia: Abbott y Costello conocen a Frankenstein.
Ilustración de Alex Ross.
Todavía hay quienes les da repelús estos monstruos, y es curioso. Es como un evitar mirarse al espejo.